33 m² oscuros transformados en casita llena de luz

María Bausán María Bausán
Buhardilla zona Malasaña, Madrid 2015, nimú equipo de diseño nimú equipo de diseño Akdeniz Oturma Odası
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Dice el dicho que de Madrid al cielo, pero lo cierto es que en una ciudad tan contaminada como la capital española muchos preferirán perderse entres las callejuelas del centro que vivir entre los gases tóxicos de su boina de polución. Nosotros también nos quedamos en tierra, aunque tocamos el cielo en una pequeña buhardilla de apenas 33 metros cuadrados escondida en alguno de los edificios antiguos que oculta el castizo barrio de Malasaña. Este diminuto y oscuro apartamento, de techos abuhardillados y pequeñas ventanas ha sido tocado por la barita mágica de las arquitectas de interiores del estudio Nimú Equipo de diseño, que han conseguido transformarlo en un luminoso y acogedor apartamento vacacional. Una reforma que muestra como con una buena distribución, detalles decorativos y mucha creatividad se pueden hacer verdaderos milagros. Juzga por ti mismo y descubre esta sorprendente transformación.

Antes: una cocina llena de recovecos

En lo más alto de un viejo edificio de Malasaña se encontraba esta oscura y cutre buhardilla de apenas 33 metros cuadrados. Con una distribución complicada y una decoración poco cuidada, la casa parecía más pequeña y agobiante de lo que en verdad era. Un ejemplo era esta cocina, donde una columna en el medio rompe muchas de las posibilidades. Su mobiliario viejo y desfasado se adapta a los recovecos creando un espacio poco funcional, donde la movilidad se hace muy complicada.

Después: la cocina interrelaciona mejor con el resto del espacio

Nos alejamos un poco para comprobar cómo el espacio de comedor se integra mucho mejor con la cocina. Se ha creado un banco apoyado contra la pared en el que los detalles textiles dan un toque de color a un interior que aquí y en el resto de la vivienda va a hacer del blanco su principal arma. El equipo de Nimú ha cuidado muy bien los detalles buscando crear un espacio bonito además de funcional. Así, una pequeña repisa en la pared permite que coloquemos cuadros, láminas y pequeños objetos. 

Después: espacios abiertos y mucha luz

Para sacar más provecho a esta pequeña buhardilla se tuvo claro que había que romper con la distribución anterior, abrir los espacios y dejar que se interconectaran entre sí. Por eso, el salón está comunicado con el dormitorio, consiguiendo de esta forma que la luz de este ilumine también un espacio lleno de detalles de diseño. Una silla mariposa en tonos pasteles, unas pinceladas de color en el sofá, las vigas de madera que aportan personalidad y los pequeños detalles, cuadros, flores y adornos, hacen este espacio mucho más agradable y acogedor.  

Antes: un salón con estanterías de obra

El espacio que estaba destinado a salón no presenta un aspecto mucho más agradable que la vieja cocina. Una chimenea que no puede ser utilizada y un mueble de obra con un diseño antiguo y desfasado no invitaban a disfrutar de esta vivienda

Antes: dos habitaciones estrechas

La que mostramos es solo una de las dos pequeñas habitaciones que salían del salón. Estrechas, con poca luz y pocas posibilidades, esta partición no ayudaba a aprovechar mejor el piso, al contrario, lo hacía más incómodo y menos práctico.

Después: una sola habitación que merece la pena

Al unir las dos habitaciones se consigue un espacio mucho más amplio y funcional. Para empezar, la unión de las dos ventanas en una centraliza el foco de luz, que alcanza para iluminar el dormitorio y el salón, tal y como veíamos antes. La cubierta abuhardillada y las vigas de madera le dan encanto a un dormitorio lleno de sutiles detalles, como las cabezas de animales de cestería o la manta de patchwork a los pies de la cama.

Después: que no falte el vestidor

En este dormitorio no falta de nada y justo la esquina de la habitación que comunica con el salón sirve para instalar un sencillo vestidor. Es preciso recordar que la vivienda se ha adaptado a un uso vacacional, por lo que no necesitamos grandes armarios ni mucho espacio de almacenamiento. De ahí que baste una cómoda y una barra en la que colgar perchas. ¿Quién necesita más?

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Después: una cocina pequeña pero repleta de luz

Tras la reforma integral, la cocina se ha vuelto un lugar mucho más amable y funcional. La columna sigue ahí, pero no parece molestarnos tanto porque se ha adaptado mejor al espacio. Además, se han descubierto las vigas de madera escondidas en la cubierta y su efecto consigue darle un toque rural y cálido. Por otro lado, el uso del blanco en revestimientos y muebles consigue mejorar la sensación de luz. 

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