Vivir en un edificio antiguo puede tener cierta magia, un recuerdo de años señoriales y elegantes. Pero también puede presentar una amplia lista de problemas, desde tener mobiliarios pasados de moda hasta revestimientos en mal estado, por no hablar de cañerías e instalación eléctrica que necesita un cambio urgente. La distribución de las habitaciones y los demás espacios no siempre es la ideal, y los hábitos de la vida moderna plantean la necesidad de contar con ambientes más diáfanos de lo que era un siglo atrás.